25 de mayo, en la ventana antes de
modernidad.
Con la Gabriela, del 100% de las cosas que conversamos
diariamente, 85% por lo menos (aunque yo diría que es una cifra muchísimo más
alta), es incoherente. Nuestra amistad ha florecido tanto porque somos capaces
de reírnos de cosas sin ningún tipo de sentido. Desde la exageración de decir
que tenemos profes que fueron amigos de Jesús y Napoleón, hasta el
despistamiento de asumir que el otro guardó una cajetilla de cigarros que
dejamos en el suelo (y que nos hizo perder 18 cigarros en un solo día), nuestra
relación progresa en tanto encontramos la posibilidad de hacer reír al otro.
Por lo
mismo me encuentro en un particular problema con esta colilla. Y es que no
tengo idea por qué comenzamos a quitarle las consonantes a las palabras, pero sé
que ahí dice Daniel y Nelson (debía decir Daniela, pero olvidé rayar la última
a). Sólo recuerdo a la Gabriela apuntarme con el dedo y decir: “eo”. Romper en
carcajadas con ella es algo que realmente disfruto de la vida.

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