Fuego

Lo que usted está a punto de leer no tendrá el mismo sentido que lo tiene para mí. Hablo de que la subjetividad impregnada en estas colillas de cigarros es profunda. Porque yo soy el que recuerda cómo se fueron las cenizas, y porque yo soy el que decide además, cómo narrarlo.
Es lo mismo que fumar: no espero que lo entienda, pero ojalá que lo disfrute.

sábado, 23 de mayo de 2015

Como domingo


23 de mayo, doce de la noche.
La gente que me conoce realmente bien (amigos cercanos, mi familia, mi pololo), sabe perfectamente que tengo un problema bastante serio con los días domingos. Son mi Némesis. Y hasta el día de hoy no puedo comprender de dónde sale tanto bajoneo’. Tanta depresión. El encierro dominical. La falta de vida familiar. El recuerdo de que el fin de semana se terminó. Alberto Plaza en la radio Imagina, que últimamente está vetada en mi casa, por mi sanidad mental (qué radio más fome Dios mío).
            El 21 de mayo no fue domingo, fue jueves. Pero pasé todo el día encerrado igual. Y mi mamá tenía que ir a trabajar el viernes 22 igual. Y puso la radio Imagina igual. Entonces eran tipo 12 de la noche, y comencé a sentirme ahogado. Cansado. Obligado a leer y hacer mis deberes académicos. Y claro, la mejor solución para cuando uno se siente ahogado, es fumar.
            Este cigarro fue la compañía común que tengo en las noches. Esto y música deprimente, algo como Lykke Li o Rachael Cantu, hicieron de la colilla una colilla de domingo.

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